Sin Comentarios

¡SIN COMENTARIOS!

Amores bellos y extraordinarios
que te iluminan el corazón...
¿Qué te parecen? ¡Sin comentarios!

Cantares nuevos, sencillos, varios,
que ponen música a tu ilusión...
¿Son de tu agrado? ¡Sin comentarios!

Y esas torturas, esos calvarios,
que te produce tu sinrazón...
¿No son horribles? ¡Sin comentarios!

¡Qué maravilla de poemarios
esos escritos con gran pasión!
¿No estás de acuerdo? ¡Sin comentarios!

Esas noticias de los diarios
de un terremoto que hubo en Japón,
¿no te conmueven? ¡Sin comentarios!

¿No son indignos los idearios
que hacen defensa de la opresión
y la censura? ¡Sin comentarios!

A esos que salen de los armarios
tras tantos años de represión,
¿qué le dirías? ¡Sin comentarios!

¿Y esos magufos y visionarios
que nos anuncian la conclusión
del mundo entero? ¡Sin comentarios!

¿Y los bribones y los falsarios
que se construyen una legión?
¿No son odiosos? ¡Sin comentarios!

¿Qué te parecen los voluntarios
que dan sus vidas en cada acción?
¿Los que movidos por compasión
son amorosos y solidarios?
¿Y aquellos sabios que con su don
han preferido ser del montón
a ratoncillos bibliotecarios?
¿O los que eligen la rebelión
a los placeres más sedentarios?

¡Sin comentarios! ¡Sin comentarios!

Jesús María Bustelo Acevedo

UNA CUALQUIERA

Se llama Mujer Sin Nombre
y en su patria sin bandera
no hay ni verano ni invierno
ni otoño ni primavera;
no existe Infierno ni Edén,
ni la risa ni la pena,
ni lo dulce ni lo amargo,
y no hay nada que le duela
ni nada le da placer;
no hay ojos que puedan verla
ni siquiera en un espejo;
no habrá noche en la que muera
ni hubo día en que nació;
ni duerme ni se despierta,
nada dice, nada escucha,
no es mortal y no es eterna;
nada tiene para sí
y todo vive por ella...
La Tierra no la conoce
porque es bastante pequeña.
Se llama Mujer Sin Nombre,
y es una mujer cualquiera.

Jesús María Bustelo Acevedo
TU MUSEO

Yo no quiero volver a tu museo,
esos cuadros oscuros me deprimen;
tus estatuas horribles me amenazan
con su firme quietud; me ponen triste
todos tus laberintos infinitos
donde tan sólo falta el aire libre;
no me gustan tus tímidos esbozos
es esas blancas nubes que no existen;
ni siquiera esos versos tan hermosos
llenos de amor, ternura y paz que escribes,
y que arrancándoles sus blancas alas
los encerraste entre barrotes viles...
No me tortures más, salgamos fuera,´
donde esta primavera nos bendice,
y que se mueran todos los museos
y que nunca jamás nos asesinen.

Jesús María Bustelo Acevedo