Monje Malo

MONJE MALO

Hasta nunca, monje malo,
que idolatras el dolor,
y la vida es un regalo
al que tú no das valor.

Hasta nunca, monje necio,
que veneras el cilicio,
exhibiendo en el desprecio
de tu cuerpo el mayor vicio.

Hasta nunca, monje oscuro,
que te asustas del color
y te escondes tras un muro
del placer y del amor.

Hasta nunca, monje, que en
tu prisión hueca y sombría
siempre ignoras que el Edén
del Señor es la Alegría.

La alegría, los placeres
y el instinto creador
que a los hombres y mujeres
se nos diera con amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

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